Hebert Abimorad
diciembre, 2002
Logré cruzar la Plaza Cagancha cubriéndome la cabeza con un diario bajo un chaparrón infernal. Entré al Sorocabana, saludo al Cocodrilo, uno de los mozos más antiguos del café. Las 7 y media de la tarde y una oscuridad de julio montevideano. Me siento y me pongo a mirar por la ventana a los transeúntes, que afuera luchan para sostener sus paraguas en una ciudad donde llueve de costado. Es cuando descubro la figura del Negro Jefe en esa lucha, cruzando entre los ómnibus que circulan por la avenida.
Entra y me busca con la mirada entre los parroquianos del café y se acerca a mi mesa. Se sienta frente a mí, y enseguida le pido permiso para encender el grabador.
¿Obdulio, cuáles son sus recuerdos de aquella gesta heroica? - La ovación de la hinchada brasileña y no sentir miedo. Tomar la pelota y tener en contra no sólo a los once, sino a todo Maracaná. Teníamos que ser fríos y concentrarnos en el juego. Los brasileños volcaron su juego por la derecha franqueando con facilidad el ala que cubría Gambetta que no estaba en su mejor día, por eso nos desbordaban todo el tiempo. Hasta que llegó el gol de Friaça.
¿Qué pensó cuando tomó el balón después del gol brasileño? - Ahora, diez años después creo que lo que sucedió marcó la historia del fútbol uruguayo y también mi vida. No estaba todo perdido, giro y me encuentro con la mirada de Juancito López, que me quiere decir ¡arriba!, ante el griterío de las tribunas y el silencio de nuestro equipo. Entonces agarré la pelota, la retengo el mayor tiempo posible, creo que fue todo instintivo; y esperé que el público se acallara…
¿Y qué pasó después? - Empezamos a apretarlos, y una de esas jugadas la toma Julio Pérez y se la pasa a Ghiggia que era una bala. El se la levanta a Schiaffino que de media vuelta la empalma y gol… Gritamos como locos. En ese momento estamos dominando, sin técnica pero con garra.
¿Y el segundo gol? - La misma jugada, Pérez a Ghiggia que corre, Barboza que se abre esperando el centro y atento a la entrada de Schiaffino; Ghiggia que sigue avanzando y se demora, al mismo tiempo se le va achicando el arco. Entonces patea… Barboza se tira y la araña, pero entra. Todos corremos hacia Ghiggia y lo ahogamos a abrazos. El silencio era pavoroso y la extraña sensación de nuestro grito que se podía oír en todo el estadio.
¿Y el final? No hubo ceremonia oficial, el trofeo no estaba. Con el esfuerzo de Jules Rimet se pudo encontrar y ponerlo en nuestras manos.
¿Quiere agregar algo más? -Te voy a dejar este casete con una grabación para que la escuches, cuando todos nosotros no estemos más. No sé porqué confío en vos…
El Jefe se para y el Sorocabana estalla en aplausos. Lo veo irse, me paro y me meto en el bolsillo la cinta que Obdulio me entregó.
Corre el año 2010, la crisis en Uruguay sigue y la gente continúa emigrando. Estoy viviendo en Brasil y hace un mes me di el gusto de disfrutar de otro triunfo del fútbol uruguayo en un partido del Mundial, jugando otra vez aquí en este país. A 60 años del primer ”maracanazo” y con todos los protagonistas de entonces ya desaparecidos, tomo el casete que guardé durante medio siglo y me pongo a escuchar la voz de Obdulio: ”Espero que hayas cumplido con tu promesa. Lo que te voy contar ahora es cierto; lo oí de boca del propio Jules Rimet. Me dijo que la FIFA en un congreso realizado en Luxemburgo en el año 1948 eligió a Brasil como sede del Mundial; ante el asombro de todos los que apostábamos porque fuera en Argentina. Según Rimet esto tenía una explicación, terminada la guerra era conocido que un grupo de nazis importantes se habían radicado en Argentina. Pero lo que todos desconocían era que la guerra seguía, y que tanques brasileños estaban prontos para entrar en acción en la frontera con Argentina contra el fascismo en ascenso de Perón. Así lo veía el presidente brasileño Getulio Vargas que, después de pasarse a los aliados y haber mandado tropas a Italia, quería seguir la guerra frente al `peligro nazi argentino que amenazaba la región´. La elección de Brasil como sede del Mundial del 50 fue un juego político para detener la guerra. Y Argentina al final no participó en el Mundial…”
domingo, 24 de diciembre de 2006
CON CARLOS GARDEL EN MEDELLÍN
Hebert Abimorad
Diciembre 2001
Estoy en el vestíbulo del aeropuerto de Medellín, porque en la redacción me mandó el jefe para que entrevistara a Carlos Gardel de paso por la ciudad. Al fin me concedieron sólo unos minutos, por eso me traje la grabadora para que no se me fuera a escapar nada.
Estoy parado mientras espero, y veo que va llegando gente que seguramente se embarcará en alguna de las dos aeronaves que en la pista se ven. Una es de SACO (Sociedad Aérea Colombiana) y la otra de SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos). En la primera viajará Gardel al mando del primer piloto, el número uno de la aviación colombiana, Ernesto Samper. El del otro avión será el alemán Ulrich Thom, que dicen que es miembro del Partido Nacional Socialista en su país. Para todos es conocida la rivalidad entre estas empresas, y hay quien rumorea que los dos pilotos no hace mucho se retaron a duelo, y que el alemán alcanzó a herir a Samper en un brazo.
Cuando veo a un hombre más bien gordo, morocho y engominado rodeado de un séquito. Mi primera impresión es la de un grupo de mafiosos sicilianos. Pero no, porque Gardel me distingue y se me acerca, como si hubiera distinguido en mí al periodista uruguayo que lo va a entrevistar. Mientras se va acercando, sus compañeros se quedan conversando pero sin perder de vista al artista. Creo que tiemblo cuando veo aquella masa de hombre y una voz que me dice: ”Sólo tiene unos minutos para preguntar. Así que empiece nomás hermano”.
Saco la grabadora y él me mira entre desconfiado y cachador, pero su seguridad es tal que no comenta nada. Como no hay mesas ni sillas nos quedamos los dos parados, y yo sosteniendo el grabador en una mano. Lo enciendo y le pregunto:
¿Don Carlos, usted es uruguayo? - Mire pibe, empezamos mal, pero igual te voy a contestar. Pero antes te voy a decir que tiene usted la opción sólo de tres preguntas. Así que ya gastó el primer cartucho.
¿Pero, es usted uruguayo? - Te puedo decir que mi país es Argentina.
¿Pero nació usted allí? - No creo que eso le interese a nadie… (Gardel sonríe, como que no quiere que le toque el punto. Pero yo vuelvo a la carga).
¿Es entonces usted francés? - No amigo, soy rioplatense.
El pibe Piazzolla dice que usted habla como un uruguayo… - Mirá, dejá que ese crezca un poco más.
¿Sus amores, señor Gardel? - Mirá que sos pesado yoruga. Te metés en todo. Si querés un nombre de mujer, mi vieja Berta. Si querés dos, te podría agregar Isabel del Valle, todo el mundo lo sabe. Pero rompí…
¿Por qué? - Para ella soy un viejo y un trotamundo.
La última don Carlos. ¿Por qué su enemistad con Razzano? - El oriental siempre será mi amigo. Mi nuevo apoderado se llama Armando Delfino. Aquí tenés su tarjeta, si tenés más preguntas arreglate con él. ¿Tá?. Bueno, chau botija, que te vaya bien.
Lo veo irse y ya encaminarse al avión. Me quedo para mirar su despegue. Encienden los motores y comienza a deslizarse por la pista. Miro mi Seiko y son las 15 y 16 del 24 de junio. Cuando ya ha recorrido el avión unos doscientos metros, de repente hace un giro de 30 grados y se va contra el otro. Doy vuelta la cara y no quiero mirar, solamente oigo la explosión. Gritos y gente que corre, y pasajeros que saltan por las ventanas en llamas del avión. Una tea viviente se me acerca, se tira al suelo y rueda. Lo trato de ayudar tirándole agua con un balde que encuentro a mi lado. Me mira desesperado, mientras su cara quemada busca el contacto con el agua derramada en el suelo. Unos enfermeros lo recogen y se lo llevan en una ambulancia. Cuando por un instante me mira, sólo ahí reconozco a mi entrevistado.
Me quedo unos días más en Medellín para saber que fue de él. Busco y pregunto, y nadie lo vio. Excepto yo.
Diciembre 2001
Estoy en el vestíbulo del aeropuerto de Medellín, porque en la redacción me mandó el jefe para que entrevistara a Carlos Gardel de paso por la ciudad. Al fin me concedieron sólo unos minutos, por eso me traje la grabadora para que no se me fuera a escapar nada.
Estoy parado mientras espero, y veo que va llegando gente que seguramente se embarcará en alguna de las dos aeronaves que en la pista se ven. Una es de SACO (Sociedad Aérea Colombiana) y la otra de SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos). En la primera viajará Gardel al mando del primer piloto, el número uno de la aviación colombiana, Ernesto Samper. El del otro avión será el alemán Ulrich Thom, que dicen que es miembro del Partido Nacional Socialista en su país. Para todos es conocida la rivalidad entre estas empresas, y hay quien rumorea que los dos pilotos no hace mucho se retaron a duelo, y que el alemán alcanzó a herir a Samper en un brazo.
Cuando veo a un hombre más bien gordo, morocho y engominado rodeado de un séquito. Mi primera impresión es la de un grupo de mafiosos sicilianos. Pero no, porque Gardel me distingue y se me acerca, como si hubiera distinguido en mí al periodista uruguayo que lo va a entrevistar. Mientras se va acercando, sus compañeros se quedan conversando pero sin perder de vista al artista. Creo que tiemblo cuando veo aquella masa de hombre y una voz que me dice: ”Sólo tiene unos minutos para preguntar. Así que empiece nomás hermano”.
Saco la grabadora y él me mira entre desconfiado y cachador, pero su seguridad es tal que no comenta nada. Como no hay mesas ni sillas nos quedamos los dos parados, y yo sosteniendo el grabador en una mano. Lo enciendo y le pregunto:
¿Don Carlos, usted es uruguayo? - Mire pibe, empezamos mal, pero igual te voy a contestar. Pero antes te voy a decir que tiene usted la opción sólo de tres preguntas. Así que ya gastó el primer cartucho.
¿Pero, es usted uruguayo? - Te puedo decir que mi país es Argentina.
¿Pero nació usted allí? - No creo que eso le interese a nadie… (Gardel sonríe, como que no quiere que le toque el punto. Pero yo vuelvo a la carga).
¿Es entonces usted francés? - No amigo, soy rioplatense.
El pibe Piazzolla dice que usted habla como un uruguayo… - Mirá, dejá que ese crezca un poco más.
¿Sus amores, señor Gardel? - Mirá que sos pesado yoruga. Te metés en todo. Si querés un nombre de mujer, mi vieja Berta. Si querés dos, te podría agregar Isabel del Valle, todo el mundo lo sabe. Pero rompí…
¿Por qué? - Para ella soy un viejo y un trotamundo.
La última don Carlos. ¿Por qué su enemistad con Razzano? - El oriental siempre será mi amigo. Mi nuevo apoderado se llama Armando Delfino. Aquí tenés su tarjeta, si tenés más preguntas arreglate con él. ¿Tá?. Bueno, chau botija, que te vaya bien.
Lo veo irse y ya encaminarse al avión. Me quedo para mirar su despegue. Encienden los motores y comienza a deslizarse por la pista. Miro mi Seiko y son las 15 y 16 del 24 de junio. Cuando ya ha recorrido el avión unos doscientos metros, de repente hace un giro de 30 grados y se va contra el otro. Doy vuelta la cara y no quiero mirar, solamente oigo la explosión. Gritos y gente que corre, y pasajeros que saltan por las ventanas en llamas del avión. Una tea viviente se me acerca, se tira al suelo y rueda. Lo trato de ayudar tirándole agua con un balde que encuentro a mi lado. Me mira desesperado, mientras su cara quemada busca el contacto con el agua derramada en el suelo. Unos enfermeros lo recogen y se lo llevan en una ambulancia. Cuando por un instante me mira, sólo ahí reconozco a mi entrevistado.
Me quedo unos días más en Medellín para saber que fue de él. Busco y pregunto, y nadie lo vio. Excepto yo.
sábado, 23 de diciembre de 2006
CON ZINEDINE ZIDANE EN EL ESTADIO CENTENARIO
Con Zinedine Zidane en el Estadio Centenario.
de hebert abimorad
Corre el año 2030, el Estadio Centenario está repleto, se juega el primer partido del Mundial, Uruguay y Francia, los equipos están en la cancha y en el círculo central del campo, una figura conocida se apresta a dar el puntapié inicial, es el legendario Zinedine Yasid Zidane que con sus 58 años es recordado como el mejor jugador de todos los tiempos y le rinden homenaje a los 100 años del primer Mundial.
Lo encaro a la salida de la cancha, le pido permiso y saco mi pequeño grabador.
Zidani con su tranquilidad que lo conocemos accede con una sonrisa a mi pedido de una entrevista.
¿Sus orígenes maestro?
Nací en Marsella, la ciudad más antigua de Europa, mis padres argelinos inmigraron a finales de los 60. Se establecieron en el barrio de La Castellane, zona con el mayor índice de delincuencia de la ciudad.
¿Su relación con el fútbol?
Un tío jugó el Mundial en España, en el 1982. Argelia le ganó a Alemania 2-1 y fue eliminada por diferencia de goles, para eso Alemania y Austria se pusieron de acuerdo en el último partido de la serie para que terminase 1-0 a favor de los alemanes. Fue tan evidente, que la FIFA, con tal antecedente decide que los partidos se jueguen simultáneo.
¿Su relación con Uruguay?
El póster de Enzo Francescoli, el príncipe del fútbol, me alumbraba todos los días en la pared de mi pequeño dormitorio. El me enseño la elegancia, su comportamiento de caballero dentro y fuera de la cancha. Lo principal que asumí es su talante que el deportista es un trabajador y no estrella del espectáculo.
¿Un buen recuerdo?
Son muchos, las imágenes se agolpan en estos momentos, las más relevantes son los goles contra Brasil en el Mundial del 1998.
Aunque él se lo reserva , Zidane resultó el orgullo de Francia y su imagen fue reproducida en el Arco de Triunfo durante la celebración de un momento dorado en su historia deportiva.
Ya han pasado 24 años del partido final del Mundial, contra el equipo de Brasil y con rubor me atrevo a preguntarle.
¿Qué sucedió con Marco Materazzi?
Ha sido el desliz mayor de mi vida. El insulto que toda la prensa apunta no fue sólo la causa de mi reacción. Con mi paso por el fútbol italiano descubrí un ambiente de corrupción a nivel de dirigentes y jugadores, en Italia no se puede ser honesto. La pruebas se acumulan de lo que digo, ya la prensa se ha ocupado periódicamente del caso italiano. No me sentí bien en Italia y no me gusta la cultura de corrupción de los italianos.
Los hechos de esa final perduran y trato de cambiar la historia imaginando que Zidani no ha sido expulsado y Francia gana el mundial, entonces descubro que todo hubiese sido demasiado perfecto con un final feliz ,pero no, mejor no cambiar nada y dejar todo como fue. El cabezazo como la mano de dios de Maradona en el Mundial 1986, nos da la posibilidad de fantasear en el tiempo con lo que habría podido ser si las cosas hubiesen sido distintas.
Me retiro del Centenario antes de terminar el partido para poder lograr un asiento, en el 174 que se dirige al Cerrito, ya que con la terminación del partido la avalancha de los espectadores no me permitiría viajar sentado.
de hebert abimorad
Corre el año 2030, el Estadio Centenario está repleto, se juega el primer partido del Mundial, Uruguay y Francia, los equipos están en la cancha y en el círculo central del campo, una figura conocida se apresta a dar el puntapié inicial, es el legendario Zinedine Yasid Zidane que con sus 58 años es recordado como el mejor jugador de todos los tiempos y le rinden homenaje a los 100 años del primer Mundial.
Lo encaro a la salida de la cancha, le pido permiso y saco mi pequeño grabador.
Zidani con su tranquilidad que lo conocemos accede con una sonrisa a mi pedido de una entrevista.
¿Sus orígenes maestro?
Nací en Marsella, la ciudad más antigua de Europa, mis padres argelinos inmigraron a finales de los 60. Se establecieron en el barrio de La Castellane, zona con el mayor índice de delincuencia de la ciudad.
¿Su relación con el fútbol?
Un tío jugó el Mundial en España, en el 1982. Argelia le ganó a Alemania 2-1 y fue eliminada por diferencia de goles, para eso Alemania y Austria se pusieron de acuerdo en el último partido de la serie para que terminase 1-0 a favor de los alemanes. Fue tan evidente, que la FIFA, con tal antecedente decide que los partidos se jueguen simultáneo.
¿Su relación con Uruguay?
El póster de Enzo Francescoli, el príncipe del fútbol, me alumbraba todos los días en la pared de mi pequeño dormitorio. El me enseño la elegancia, su comportamiento de caballero dentro y fuera de la cancha. Lo principal que asumí es su talante que el deportista es un trabajador y no estrella del espectáculo.
¿Un buen recuerdo?
Son muchos, las imágenes se agolpan en estos momentos, las más relevantes son los goles contra Brasil en el Mundial del 1998.
Aunque él se lo reserva , Zidane resultó el orgullo de Francia y su imagen fue reproducida en el Arco de Triunfo durante la celebración de un momento dorado en su historia deportiva.
Ya han pasado 24 años del partido final del Mundial, contra el equipo de Brasil y con rubor me atrevo a preguntarle.
¿Qué sucedió con Marco Materazzi?
Ha sido el desliz mayor de mi vida. El insulto que toda la prensa apunta no fue sólo la causa de mi reacción. Con mi paso por el fútbol italiano descubrí un ambiente de corrupción a nivel de dirigentes y jugadores, en Italia no se puede ser honesto. La pruebas se acumulan de lo que digo, ya la prensa se ha ocupado periódicamente del caso italiano. No me sentí bien en Italia y no me gusta la cultura de corrupción de los italianos.
Los hechos de esa final perduran y trato de cambiar la historia imaginando que Zidani no ha sido expulsado y Francia gana el mundial, entonces descubro que todo hubiese sido demasiado perfecto con un final feliz ,pero no, mejor no cambiar nada y dejar todo como fue. El cabezazo como la mano de dios de Maradona en el Mundial 1986, nos da la posibilidad de fantasear en el tiempo con lo que habría podido ser si las cosas hubiesen sido distintas.
Me retiro del Centenario antes de terminar el partido para poder lograr un asiento, en el 174 que se dirige al Cerrito, ya que con la terminación del partido la avalancha de los espectadores no me permitiría viajar sentado.
CON EL POETA URUGUAYO LÍBER FALCO
El nombre Líber es común en Uruguay. Inmigrantes con un pasado de luchadores sociales, continuaron la búsqueda de la libertad. Formaron sindicatos obreros creando la utopía de un mundo libre sin opresores. Es entonces que de manera simbólica ponen el nombre de Líber a sus hijos.
Mientras espero al poeta, impaciente en su casa natal, su esposa Chela me sirve un mate, en el segundo sorbo aparece la figura del entrevistado, ante la sorpresa a mi presencia me apresuro a excusarme y decirle que su amigo y biógrafo Emir Rodríguez Monegal me cedió su dirección, es entonces que pido permiso y saco mi pequeño grabador.
.¿Esta es su casa natal?
Sí. Muchos creen que nací en Jacinto Vera, por el poema del mismo nombre que ha sido musicalizado, pero la verdad es que mi madre me engendró en esta esquina de Herrero y Espinosa en el barrio Villa Muñoz.
¿Sus lecturas preferidas?
No he sido un lector voraz, pero me vi obligado a leer Dostoievski, Tolstoi, escritores de moda en estos tiempos.
¿Cómo definiría su poesía?
Por la falta de lecturas que pudieran ayudar a mi intelecto poético mi poesía es, por lo tanto, intuitiva ayudada por mis vivencias cotidianas como el trajinar por el barrio.
¿El tema de la soledad y la muerte lo acompañan en toda su obra?
Es cierto pero se olvido decir que el tema principal es el tiempo, tan unido éste a la muerte.
Su relación con los contertulios del café Sorocaba como, Felisberto Hernández, Carlos Martínez Moreno, Idea Vilariño, Carlos Maggi, Mario Arregui y Emir R. Monegal,y otros, no influyen para nada en su obra y su vida sencilla y monótona como forma de entender la existencia humana.
¿Su amistad con Emir R. Monegal ?
Emir es el responsable de la revista Asir, nunca hemos tenido un trato de amigos, aunque gracias al él se publica póstumamente mi único libro “Tiempo y tiempo”. Años después corren rumores que su nueva revista Mundo Nuevo, editada en París, tenía apoyo de dudosas procedencias, vaya uno a saber si es verdad, en el mundillo de los escritores las envidias rozan la intimidad y hacen daño.
¿Tiempo y tiempo, recoge libro anteriores no editados, encuentra diferencias entre éstos?
Sí, Cometas sobre muros ( 1940) es un canto al trabajador portuario, al barrio, a los niños con sus cometas alzadas, y la soledad como tema humano de todos los tiempos.
Esquís Andacalles (1942) segundo libro, me trasladaba a pié desde la casa al trabajo, por eso lo de “anda calles”. Aquí son los amigos el tema y también mi soledad cuando quedo solo frente al cielo estrellado de la noche Montevideana.
Días y noches (1946) la amistad me persigue a y el tema de la muerte aparece por primera vez, me sentía enfermo y cansado.
Tiempo y tiempo (1956), obra póstuma editada por los amigos de la revista Asir, es una antología de los libros anteriores más algunos nuevos. Tema nuevo como el recuerdo, las calles, se hacen presentes.
El dolor de estar solo los sigue persiguiendo al poeta:, /...volver a casa a las dos de la mañana/ mojar un pan mohoso, triste y duro, roerlo solo, y sentado a la orilla del mundo.../.
El poeta llega de su bohemia bolichera y se encuentra solo, su mujer no lo espera, solo ante una mesa vacía y el cielo llenos de estrellas.
¿A quién le gustaría estrecharle la mano?
Al plástico Cabrerita que por ser 13 años menor y su incapacidad mental nunca lo consideramos en el puesto artístico que merecía, después de pasados los años veo al artista como el doble mío, y te digo más, somos el producto de una cultura Montevideana.
Recuerdo que estábamos unido ante la prepotencia de Carlos Maggi de imponer sus ideas en las mesas del Sorocabana.
Como siempre me retiro con las últimas palabras de mi entrevistado y me llevo su manera humana y sencilla de ver la vida, gracias Líber .Camino hasta la calle San Martín para tomar el 156 al Cerrito.
Mientras espero al poeta, impaciente en su casa natal, su esposa Chela me sirve un mate, en el segundo sorbo aparece la figura del entrevistado, ante la sorpresa a mi presencia me apresuro a excusarme y decirle que su amigo y biógrafo Emir Rodríguez Monegal me cedió su dirección, es entonces que pido permiso y saco mi pequeño grabador.
.¿Esta es su casa natal?
Sí. Muchos creen que nací en Jacinto Vera, por el poema del mismo nombre que ha sido musicalizado, pero la verdad es que mi madre me engendró en esta esquina de Herrero y Espinosa en el barrio Villa Muñoz.
¿Sus lecturas preferidas?
No he sido un lector voraz, pero me vi obligado a leer Dostoievski, Tolstoi, escritores de moda en estos tiempos.
¿Cómo definiría su poesía?
Por la falta de lecturas que pudieran ayudar a mi intelecto poético mi poesía es, por lo tanto, intuitiva ayudada por mis vivencias cotidianas como el trajinar por el barrio.
¿El tema de la soledad y la muerte lo acompañan en toda su obra?
Es cierto pero se olvido decir que el tema principal es el tiempo, tan unido éste a la muerte.
Su relación con los contertulios del café Sorocaba como, Felisberto Hernández, Carlos Martínez Moreno, Idea Vilariño, Carlos Maggi, Mario Arregui y Emir R. Monegal,y otros, no influyen para nada en su obra y su vida sencilla y monótona como forma de entender la existencia humana.
¿Su amistad con Emir R. Monegal ?
Emir es el responsable de la revista Asir, nunca hemos tenido un trato de amigos, aunque gracias al él se publica póstumamente mi único libro “Tiempo y tiempo”. Años después corren rumores que su nueva revista Mundo Nuevo, editada en París, tenía apoyo de dudosas procedencias, vaya uno a saber si es verdad, en el mundillo de los escritores las envidias rozan la intimidad y hacen daño.
¿Tiempo y tiempo, recoge libro anteriores no editados, encuentra diferencias entre éstos?
Sí, Cometas sobre muros ( 1940) es un canto al trabajador portuario, al barrio, a los niños con sus cometas alzadas, y la soledad como tema humano de todos los tiempos.
Esquís Andacalles (1942) segundo libro, me trasladaba a pié desde la casa al trabajo, por eso lo de “anda calles”. Aquí son los amigos el tema y también mi soledad cuando quedo solo frente al cielo estrellado de la noche Montevideana.
Días y noches (1946) la amistad me persigue a y el tema de la muerte aparece por primera vez, me sentía enfermo y cansado.
Tiempo y tiempo (1956), obra póstuma editada por los amigos de la revista Asir, es una antología de los libros anteriores más algunos nuevos. Tema nuevo como el recuerdo, las calles, se hacen presentes.
El dolor de estar solo los sigue persiguiendo al poeta:, /...volver a casa a las dos de la mañana/ mojar un pan mohoso, triste y duro, roerlo solo, y sentado a la orilla del mundo.../.
El poeta llega de su bohemia bolichera y se encuentra solo, su mujer no lo espera, solo ante una mesa vacía y el cielo llenos de estrellas.
¿A quién le gustaría estrecharle la mano?
Al plástico Cabrerita que por ser 13 años menor y su incapacidad mental nunca lo consideramos en el puesto artístico que merecía, después de pasados los años veo al artista como el doble mío, y te digo más, somos el producto de una cultura Montevideana.
Recuerdo que estábamos unido ante la prepotencia de Carlos Maggi de imponer sus ideas en las mesas del Sorocabana.
Como siempre me retiro con las últimas palabras de mi entrevistado y me llevo su manera humana y sencilla de ver la vida, gracias Líber .Camino hasta la calle San Martín para tomar el 156 al Cerrito.
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